En “Flesh” Dallesandro busca dinero para dárselo a su esposa que a su vez, ésta se lo dará a su amante. En “Trash” , la pareja quiere concebir un niño con el fin de obtener la ayuda monetaria que otorga la seguridad social por tener hijos; algo que podría parecer normal, si no fuera porque ella era un travestido, y en “Heat”, es la recuperación de la fama perdida lo que mueve al personaje ir de cama en cama.Morrissey usaba los géneros cinematográficos para manipularlos a su antojo queriendo ser deliberadamente informal y polémico. Sentía adoración por el cuerpo masculino, y así quedó patente en los relamidos recorridos obsesivos que efectuaba con la cámara; escrutando centímetro a centímetro la desnuda anatomía de su actor fetiche, el Joe Dallesandro.
En realidad éste era un procedimiento inusual ya que en éstas fechas, era el cuerpo femenino el que dominaba la cultura pop. Mientras el cine pornográfico exaltaba el pubis, el “objetivo” de señor Morrissey se centraba en el pene de Dallesandro para convertirlo en hombre-objeto en las tres películas que conformaron su trilogía.
En la peli “Carne para Frankenstein” (originalmente rodada para el sistema 3D, lo que explica esos extraños primeros planos de vísceras y tripas) se establece una suerte de comercio de órganos para crear a la pareja que ha de engendrar al hombre perfecto, pero el experimento falla porque la cabeza del monstruo pertenece a un chico gay. En “Sangre para Drácula”, otra producción a medio camino entre la sofisticación “arty” y el puro cine-basura, el asunto de interés son los fluidos corporales. Y la destrucción del vampiro, (que aquí lo interpreta Udo Kier) tiene que ver con una ruptura de la tradición. Probablemente el tiempo haya pasado factura a la forma, pero en el fondo, si lo pensamos bien, las cinco películas que Morrissey denominaba de "naturalismo exagerado", tienen indudablemente vigencia todavía.
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