19 abril 2007

De aquí: "El séptimo día"

Inspirada en la matanza de Puerto Urraco (1990), “El séptimo día” es una película que pretende hablar de esa España que denominamos, “profunda”, al recrear el terrible crimen que azotó la vida de este pueblo extremeño, el presidente autonómico Juan Carlos Rodríguez Ibarra protestó al considerar que la imagen negativa ofrecida por el filme podría perjudicar el turismo.
Un pequeño pueblo rural, una historia de amor frustrada, décadas de rencillas por unos metros de tierra y odio, mucho odio. Tanto que el trágico final se torna inexorable.
Antonio y Emilio (los hermanos Izquierdo), inducidos por sus hermanas, Luciana y Ángela -ambas con trastornos mentales de tipo paranoico-, la emprendieron a tiros contra todo el que se apellidara Cabanillas -"Como cuando salimos a cazar tórtolas", en sus propias palabras-. Resultado: nueve muertos, seis heridos y un pueblo destrozado. A pesar de la brutalidad de la historia, “El séptimo día” no ofrece violencia gratuita. Cada plano, sobre todo los que recrean la matanza, está medido.
Victoria Abril interpreta, con la calidad a la que nos tiene acostumbrados a la despechada Luciana Fuentes (Izquierdo) una mujer carcomida por el rencor. Juan Diego, José Luis Gómez, Ana Wagener y Ramón Fontserè interpretan magistralmente al resto de los Fuentes-Izquierdo. En lado de los Jiménez (Cabanillas): Laly Ramón, José García y las niñas Irene Escolar y Alejandra Lozano. Y en medio, 'el tonto del pueblo': Carlos Hipólito.
Con una cuidada fotografía y una banda sonora interesante, en la que sirviéndose del flamenco nos muestra los momentos de máxima tensión, “El séptimo día” nos ilustra esa España que Saura tan bien conoce a través de su cámara fotográfica y que antes ya llevó al celuloide en “La caza” y “Bodas de sangre”.
Son este tipo de obras las que nos recuerdan una vez más que en cualquier pueblo de la España rural, se pueden dar nuevos casos como los que en ella se narran. Quien no ha oído hablar alguna vez durante la estancia de veraneo en casa de esa tía que nunca quiso abandonar el pueblo, de alguna de esas familias inadaptadas, llámense “los Chomina” o “los Bolaño” y que tal vez un día puedan convertirse en un futuro en los protagonistas de una nueva historia perteneciente a la crónica negra de este país.

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